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The Imitation Game de Morten Tyldum. Biopic bélico con Benedict Cumberbatch, Keira Knightley, Matthew Goode. Reino Unido y Estados Unidos. Inglés. 2015. |
Al cierre de la película, Joan Clarke (Keira Knightley) le dice a un Turing (Benedict Cumberbatch) ya destrozado por el tratamiento hormonal: "Do you know, this morning I was on a train that wouldn't exist if it wasn't for you". Y es que eso supuso Alan Turing (Londres, 1912-1954) para Occidente, como padre de los ordenadores y héroe de guerra; pero su homosexualidad ("gross indecency" según el código penal británico del momento) y posterior suicidio hicieron que se guardara en secreto (con mucha más eficiencia que cualquier encriptadora) a un científico de la talla de Einstein o Tesla. Hay que tener en cuenta que Turing no fue el único; a Oscar Wilde le había pasado algo parecido medio siglo antes.
The Imitation Game (2014) es el homenaje que se merece el gran héroe, representado a través de un fascinante Benedict Cumberbatch que consigue reflejar la paradoja del hombre que entiende los patrones formales más difíciles del mundo pero que no es capaz de hacer lo mismo con la ironía. Fantástico en las distancias cortas, Cumberbatch es capaz de captar la insensibilidad sensible del Asperger en una interpretación emocionalmente compleja que se convierte en el ancla de la película.
La película narra tres momentos clave en la vida del científico: su atormentada adolescencia internado en Dorset, con su primer amor (Christopher Morcom) y su descubrimiento de la criptografía; su reclutamiento para el MI-6 y posterior construcción de una máquina (que será el primer ordenador, al que, significativamente, llamará Cristopher) capaz de romper el código secreto nazi de transmisión; y su caída en desgracia tras ser detenido por su homosexualidad (delito en Inglaterra hasta pocos años después) y obligado a someterse a un tratamiento hormonal castrante.
Aunque quizá se podría haber explotado más el suicidio de Turing con la manzana, The imitation game describe una trayectoria compleja contada a través de saltos temporales en un guion inteligentemente escrito (pues es capaz de acercar la matemática compleja al espectador sencillo). Morten Tyldum consigue un film épico pero elegante; certero en la fotografía (de nuestro Óscar Faura); y sólido y agitador sin dejar de ser delicado en conjunto. Ayuda una humana Keira Knightley y un Matthew Goode muy cad.
La película mezcla géneros (thriller, biográfica, espías, bélica, trágica), pero maneja códigos menos complejos que las máquinas de Turing. Ya hable de valores morales, sexuales o sociales; habla claro y limpio, sin enigmas. Y eso se agradece. Muy recomendable.

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