jueves, 19 de marzo de 2015

El Ultraísmo y la revista ULTRA

        Literatura no significa obligatoriamente libro, y más en el caso de la poesía, donde casi siempre que se edita un libro suele ser una recopilación, una antología o una selección. Los libros fueron históricamente objetos caros y escasos; exclusivos para los VIPs del momento. La poesía, sin embargo, no; como la música, es una actividad inherente al ser humano, único animal que necesita evasión y contemplación de sus propios sentimientos. La lírica, por sus características -autonomía, musicalidad, brevedad-, es el género que más se ha separado siempre del formato de libro. Precisamente se llama lírica porque en la antigüedad clásica no se escribía, sino que se cantaba, al tañido de la lira. Cantados también se transmitieron los romances de generación en generación, sin pasar al plano de la escritura en muchas ocasiones. En los Siglos de Oro, el mismísimo Góngora no llegó a publicar en vida; sus versos, como los de la mayoría, se difundieron manuscritos.

Tertulias en un café de la primera mitad del siglo XIX
        Con el Romanticismo llega un modo de difusión mucho más eficiente (tanto que sigue  plenamente vigente): las revistas literarias. Son publicaciones de poca tirada, vinculadas a las nuevas escuelas que surgen en las tertulias de los cafés. En ellas, los jóvenes autores se enfrentan a las corrientes predominantes del momento. Si unas líneas antes mencioné a Góngora, ahora cabe nombrar a Espronceda, que no publica un libro hasta poco antes de morir, en 1840.

Portada del primer número de Índice
        La época dorada de las revistas de poesía en España llega en el primer tercio del siglo XX. Los jóvenes del momento se rebelan a través de su poesía contra la crisis de valores en que está sumido Occidente tras la Gran Guerra, y contra los clichés modernistas. Juan Ramón Jiménez crea Índice en 1921, con el objetivo de difundir a los noveles que le rodean. En ella colaborarán autores de la talla de Azorín u Ortega y Gasset, cobijando a unos jóvenes que hoy nos suenan familiares: Guillén, Lorca, Salinas... Desgraciadamente, la revista sólo dura seis números: por problemas crematísticos o conflictos internos, quién sabe.

Portada de la revista Ultra
        En una línea mucho más agresiva, surge en Madrid la revista Ultra en 1921. Liderada por Rafael Cansinos Assens desde su tertulia en El Colonial, en torno a ella se desarrolla lo que probablemente sea nuestro más interesante movimiento de vanguardia pura: el Ultraísmo. Destacan nombres como Jorge Luis Borges o Guillermo de Torre, que perseguirán una poesía intelectual, sin emociones ni convenciones culturales que la moldeen, para "traducir la emoción desnuda". Sus ideas son buenas (y están brillantemente recogidas en "Anatomía de mi Ultra", manifiesto borgiano) pero los ultraístas no serán capaces de explotarlas más que torpemente, y acaban evolucionando hacia otros movimientos (el propio Borges se hará grande escribiendo contra sus pretensiones de juventud). Lo que sí hizo Ultra fue higienizar una escena ya muy manida por cisnes, princesas y dodecasílabos.
Portada original de Hélices (Norah Borges)
        Uno de los pocos libros ultraístas publicados fue Hélices, de Guillermo de Torre (ilustrado por su mujer, Norah Borges), conjunto inconexo de caligramas y metáforas insólitas que usan la tipografía expresiva. Pese a ser una obra tan original como suena, nadie es el Adán literario (como sentenció Rubén Darío), y el libro (como en general, el Ultraísmo) le debe mucho a Gómez de la Serna. Y es que los poemas ultraístas, en muchas ocasiones, son una especie de conjuntos de greguerías sobre un tema, organizados de un modo picto-caligráfico.
La revista Caballo Verde para la Poesía
       Tras el auge de las vanguardias puras, una vanguardia "impura" y de síntesis llega a España de la mano de Pablo Neruda (que ya ha publicado Veinte poemas de amor y una canción desesperada). Se trata del Surrealismo, corriente que nace en Francia apoyada en las teorías freudianas, y que llega a España en los años veinte e influye en la obra de autores como Lorca, Alberti, Aleixandre... Neruda funda Caballo Verde para la Poesía. En el primer número aparece un manifiiesto titulado "Por una poesía sin pureza" que, aunque en realidad es una reacción al arte deshumanizado de Ortega, Juan Ramón Jiménez se toma como una ofensa, lo que significa su separación final del grupo de autores que habían crecido con él y que poco tiempo después se encontrarán en el Ateneo de Sevilla.

Federico García Lorca y Pablo Neruda
        Si hablamos de los siglos XVI y XVII como Edad de Oro de nuestra literatura, deberíamos hacer lo propio con el primer tercio del siglo XX y llamarlo Edad de Plata. La producción literaria que nos ha llegado a través de las revistas del momento no hace sino reafirmarlo.

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